Maravillosas cápsulas literarias tomadas prestadas
De “Fragmentos
de amor furtivo” (1998). Héctor Abad Faciolince.
Cuando una mujer desea, cuando la llama
de su cuerpo se enciende y la llama, desprecia todo poder, se burla de él.
… el potente, astuto, devastador erotismo femenino, capaz de preferir al
último de los esclavos, si lo desea, en vez de los altos, luminosos y sabios
soberanos.
La hipocresía, recordó, es el homenaje
que el vicio le rinde a la virtud.
Eso es lo que les dicen casi todas las mujeres a los hombres, cuando sospechan
que éstos se fijan en el asunto: que solamente lo han hecho con un hombre, con nadie
más. No confiesan todos sus amantes, confiesan uno o dos: es el homenaje que el
placer le rinde a la virginidad.
… uno en la felicidad es fiel.
Las mujeres saben que cada hombre se figura que su mujer –silenciosa o
vaga– está hecha a imagen y semejanza de su deseo, a la forma justa de su vida,
a la medida de su pensamiento.
Lo que todo el mundo quiere, en el fondo,
es que lo miren largamente a los ojos.
La realidad, esa terrible aglomeración de sustantivos, ese montón de
agresiones y alegrías.
… el amor precario, inestable, de un
corazón infiel.
Quien teme el engaño, lo padece mil veces antes de padecerlo.
Más de la mitad (de las mujeres) están a
punto de darlo y si no lo dan es porque nadie se los pide.
La rabia, es la rabia lo que más lleva a una mujer a conseguir otro.
Es un
momento terrible, cuando se ha amado, notar que se deja de amar.
Ahí tengo a Rafa, por ahora, que sigue listo a pesar del zapato. Mientras
tenga piernas, tetas, coño, pelo, brazos, cuerpo, voy a seguir teniendo
hombres. Todavía los puedo seducir.
Enamorarse demasiado es un error, uno
mismo se pierde. Es mejor cierta indiferencia, cierta fuerza.
Cuando el amor furtivo no es furtivo, es decir, cuando deja de ser algo
escondido, cuando el episodio secreto más insignificante se revela, adquiere un
peso desmesurado.
De “Luna
amarga” (1992). Pascal Bruckner.
… lo que tienen en común las mujeres y los comisarios de policía: el
fantasma de la maquinación.
No vivir en pareja es renunciar a la
propia leyenda, es perder la unidad de una historia para adquirir el desaliño
de un rumor.
… el deseo es hijo de la astucia.
La perversión no es la forma bestial del
erotismo, sino su parte civilizada.
El amor es, evidentemente, dos soledades que se acoplan para crear un
malentendido.
Amar es dar al otro, por propio
consentimiento, un infinito poder sobre uno mismo.
Las nalgas son una imagen del paraíso, un símbolo de riqueza, una Jauja
viviente: de ahí el atractivo que ejercen sobre los creyentes y los pobres.
De “Buzón
de tiempo” (1999) y “Vivir adrede” (2007). Mario Benedetti.
Sé que no escribís a los amigos (y menos
aún a los enemigos), me consta que sos un estreñido postal.
… el respeto por la soledad del ser amado es una de las menos frecuentes
pero más entrañables formas del amor.
… la curiosidad que suele producir un
rostro anónimo.
Los ascensores suben al décimo piso y luego vuelven a planta baja, pero
nadie los llama descensores.
Hay cuerdas vocales, pero no hay cuerdas
consonantes.
... algunos pájaros murieron con las alas puestas.
Se dice que el amor nació con el
universo. Lo de Adán y Eva es sólo un cuentito para que los curas entretengan a
los fieles.
El amor en que intervienen tres es
un problema y el humo que se eleva de esa hoguera se llama celos.
El pasado es la única temporada que crece
cada día.
Las religiones toman las armas y los dioses aprietan los gatillos.
Las ventanas son los ojos del mundo y las
cortinas son sus párpados.
De “La
identidad” (1998). Milan Kundera.
Éste es uno de los secretos de la vida de
las mujeres, de cada una de las mujeres, esa promiscuidad nocturna que
convierte en sospechosa cualquier promesa de fidelidad, cualquier pureza,
cualquier inocencia.
Si un hombre escribe cartas a una mujer, lo hace para preparar el terreno
en el que, más adelante, la abordará para seducirla. Y, si la mujer guarda en
secreto esas cartas, lo hace para que su discreción de hoy proteja la aventura
de mañana. Y, si además las conserva, lo hace porque está dispuesta a entender
esa futura aventura como una relación de amor.
… ningún amor sobrevive al mutismo.
… nadie puede hacer nada contra los sentimientos, ahí están y escapan a
cualquier censura. Uno puede reprocharse tal acto, tal palabra pronunciada,
pero no puede reprocharse un sentimiento, simplemente porque no tiene poder alguno sobre él.
No puedes medir el recíproco afecto entre
dos seres humanos por la cantidad de palabras que intercambian.
… todas las mujeres miden el paso del tiempo según el interés o el
desinterés que los hombres manifiestan por su cuerpo.
De “Ella”
(1970). Anónimo .
Casi todas las mujeres rehuyen las
palabras fuertes, especialmente todas las que refieren al sexo.
Ningún hombre puede obligar a una mujer a abrirse de piernas, si no es
forzándola. Cuando una mujer ya ha consentido en abrir sus piernas, en el
momento de abrirlas ya no le importa quién la penetra.
De “Desgarradura”
(1983). E. M. Cioran.
Cuando nos levantamos de mal humor es
inevitable que acabemos haciendo descubrimientos atroces, aunque no sea más que
observándonos.
Si dejamos a los demás ser como son, nos lo agradecerán, mientras que si
deseamos a toda costa su felicidad, se vengarán.
“¿Qué es el mal? Lo que se hace para
conseguir un instante de felicidad en este mundo.” Abhidarmakosavyakhya
Quien no haya sufrido no es un ser; es, todo lo más, un individuo.
…cuando asistimos a un entierro y vemos
el engaño de la vida desenmascarado de repente.
Por muy lejos que vayamos, siempre arrastraremos la indignidad de ser –o haber
sido– hombres.
Mi misión es matar al tiempo, la suya matarme
a mí. Se está perfectamente a gusto entre asesinos.
Un hombre sensato no se rebaja a protestar, apenas si consiente a
indignarse. Tomar en serio las cosas humanas demuestra alguna secreta carencia.
¿Qué es el dolor? Una sensación que no
quiere pasar inadvertida, una sensación ambiciosa.
Un libro debe hurgar en las heridas, provocarlas incluso. Un libro debe
ser un peligro.
De “Viuda
negra” (2001). Richard North Patterson.
Lo que los niños más desean de los
adultos (…) es resultarles importantes, agradarles.
El blando sonido que hizo era el sonido de una duda resuelta, de un final
confirmado, en toda su triste inevitabilidad.
De “Energía
vital” (1992). Fay Weldon.
… las necesidades de la humanidad en
libertad, como las necesidades del individuo, por desgracia, rara vez se ven
satisfechas. Todos estamos demasiado llenos de deseos para nuestro propio bien.
La verdad es un amo demasiado duro para no sentir la necesidad de
engañarle.
Las esposas tienen aventuras no sólo para
mitigar los deseos de la carne, sino para mitigar también el furor del espíritu.
Los amantes ilícitos creen siempre que son invisibles, pero naturalmente
no lo son ni quieren serlo de verdad.
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